El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

lunes, 21 de febrero de 2011

Pobre hombre


En esta vulgar nación
-despropósito supremo-
Zapatero va al timón
cuando, con toda razón,
debiera llevar el remo.

Lajo Demos

30 de abril de 2009



El destino natural
del delincuente es la cárcel,
no la Presidencia del Gobierno.

Don Anónimo Pasquín



Desde hace algún tiempo, me dedico a la lectura placentera del último libro de Mario Conde. Lleva por título "Los días de gloria", y se está convirtiendo, para mí, en una auténtica revelación. No de la verdad que, probablemente, contienen sus muchas páginas, sino de la maestría con que está escrito. Mario Conde ha dado a la prensa un libro, pleno de amenidad, que destaca, por su estilo, muy por encima de la plúmbea bazofia de tantos novelistas que hoy son considerados importantes. El autor tiene el don del buen narrar, que para sí quisiera algún intocable de nuestra novela actual. Me aventuro a decir por escrito que Mario Conde, caso de proponérselo, sería, en poco tiempo, un gran novelista.

Pelargonio do Peiral


     "Por no haber impedido, a su debido tiempo, la publicación del primer engendro, tenemos hoy las librerías llenas de abominables libros."
     (Pierre Henry Guillotin de la Tete)








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