El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

lunes, 27 de enero de 2014

El sargento Merino




   He pasado unos días en Barcelona, muy pocos, que me sirvieron, no obstante, para propiciar el esperado reencuentro con mi viejo amigo Ángel Corominas. Nos conocimos, por el tiempo del servicio militar en la Armada, y, desde aquel lejano entonces, nuestra amistad se fue consolidando, con el paso de los años.
   Ángel Corominas no es, en modo alguno, nacionalista. Es un español de ley, por ser, precisamente, de pura cepa catalana. Hablamos de política, y surgió, inevitablemente, el separatismo que se vive en buena parte de Cataluña. Y, en medio de la animada y amistosa conversación, Ángel soltó esta frase: "Arturo Mas es como el sargento Merino." Reímos con ganas, porque la cosa no era para menos.
   El sargento Merino vivía en un mundo de grotesca fantasía. Nuestro barco se hallaba en dique seco. La dama de la noche iluminaba, en cuarto menguante, las aguas gaditanas de San Fernando. Cuatro marineros, entre ellos mi amigo Ángel y yo, montábamos la guardia nocturna; y, mientras preparábamos el café de puchero que nos ayudara a combatir el sueño y el frío, apareció el sargento Merino, con un abrigo de cuello subido hasta las orejas, un enorme sombrero de paja y una bufanda que le tapaba medio rostro, dispuesto a darnos un susto. Como resultaba irreconocible, le pedimos el santo y seña; y, al no darlo, Ángel Corominas le pegó un tiro de fusil que le alcanzó, por fortuna, el glúteo izquierdo. El sargento pasó dos meses hospitalizado, cuatro arrestado, y media vida en boca de quienes lo conocimos.
   Don Mariano Rajoy debería tomar ejemplo de Ángel Corominas: pedirle el santo y seña a Mas, y, si no responde, ¡perdigonada al culo!

Tío Chinto de Couzadoiro


"Vida oculta de Pepiño Blanco"
Enlace a cada capítulo:  Los 39 primeros

       

4 comentarios:

  1. Me da la impresión que a Mariano le faltan arrestos. Más bien tiene la pinta del soldado que se duerme en plena guardia.

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  2. En mis tiempos los que estaban de guardia sólo tenían una consigna o frase para con los que pretendían cruzar la línea sin dar el santo y seña: "Cuerpo a tierra y batiendo palmas".
    Francamente, me imagino la escena con Marianito de guardia en la garita, Máuser en mano, solicitando el santo y seña a Arturito Mas, y me da la risa. Sobre todo si la respuesta correcta al santo y seña era:¡ESPAÑA, UNA!.. ¡ESPAÑA, GRANDE!... ¡ESPAÑA, LIBRE!

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  3. Habría que valorar, creo yo, la idea de pegarle el tiro sin pedirle ni tan siquiera, el Santo y Seña, no sea que se lo sepa y se nos escape tan brillante oportunidad de quedarnos a gusto.

    Un saludazo.

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