El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

martes, 10 de mayo de 2016

La nueva trashumancia



      Son muchos los que dicen que una imagen vale más que mil palabras. Yo pienso, por el contrario, que la palabra, cuando se emplea con precisión, vale mucho más que mil imágenes.
     El pasado 20 de diciembre, el rebaño español fue conducido, mansamente, a los verdes pastos de invierno. Y en ellos permanece, desde entonces, bajo la atenta mirada de inexpertos pastores y serviciales mastines. Pero, muy pronto, el próximo 26 de junio, el rebaño volverá a ponerse en marcha, con la misma mansedumbre, hacia los verdes pastos de verano. Y, durante meses, todo seguirá siendo igual. Bajo la atenta mirada de pastores incompetentes y vigilantes mastines, el rebaño español seguirá comiendo la misma hierba, sesteando de igual manera, balando del mismo modo.
    Sí, ciertamente, una sola palabra, si se emplea con la debida precisión, vale mucho más que mil imágenes.

Tío Chinto de Couzadoiro

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